martes, 12 de febrero de 2013

No somos ricos.



Ya hemos hablado, líneas atrás, de que somos bastante simples. Del montón social. Del cúmulo de engendros que pasan por la vida sin mucho más.

Eso sí, que no nos jodan, que somos así y además nos encanta(gallo). Suscribo palabra por palabra la entrada que puso en su día mi colega sobre que la rutina es la libertad.

No estoy a las teclas por esos motivos, de los que podríamos escribir cien mil versiones, con el corazón en un puño y la montaña en la mente, sin aburrirnos nunca. Vengo a contaros sensaciones, experiencias y anécdotas de estos días de atrás que me hacen volar. Momentos de los que podría vivir semanas.

Un fin de semana puede pasar a ser un tremendo inicio de la siguiente, me gusta verlo así. Este viernes los pronósticos a los que vivo aferrado, y más ahora cuando no tengo el tiempo que desearía, aseguraban un sábado muy bueno, con algo de viento del norte y temperaturas bajas. Tras una breve conversación con el abominable, un gran amigo nuestro, recibo un "cojonudo" instantáneo y cierro la compañia para ir a la tarea.

Teníamos noticias de que el hielo era el protagonista de la zona alta de la sierra, así que echamos toda clase de pinchos al coche y nos fuimos para arriba, pensando en un día de ejercitar piernas y poner en práctica técnicas de seguridad en montaña más que en el día que íbamos a tener.

Tras un primer kilómetro cargando el equipo podemos calzar las focas y comprobamos que la cencellada y una mísera nevada local habían creado una capa de una cuarta de espesor de nieve practicable y que de momento, no íbamos a sufrir por hielo, teniendo una primera subida comodísima, disfrutando del paisaje y sin que el viento hiciese acto de presencia.

Uno de los que escribe posa con ¡Béjar! a la espalda. Pongo ¡Béjar! porque el nombre me entusiasma y porque mi padre aprendió a escribirlo así de mi abuelo, mi abuelo aprendió a escribirlo así de mi bisabuelo y mi bisabuelo tuvo un perro que se llamaba Franquichín y era la hostia.





Encontrar una nieve tan sumamente esquiable esperando desplazarnos sobre mármol del bueno te quita todos los males.

Así que nos la jugamos y tomamos dirección oeste rumbo a la cara sur de la sierra, hacia collado Bonal.



Hay piedras que se merecen una foto, y fotos que se merecen una piedra, pero eso ya lo discutís vosotros, hijos de vuestras madres y de casi todos vuestros padres y degustadores del Calderillo de todos los agostos.





Visto el buen estado de la nieve fijamos la vista en las laderas sur de la cuerda del Calvitero, en las que se ve que el viento ha acumulado mucha nieve y que por ahora, no ha hecho acto de presencia, así que nos frotamos el cogote para tocar madera y echamos unas fotos: 



Las babas, ante estas vistas, empiezan a deslizarse bajo mi forro polar llenándolo todo de emoción y otras cosas, por lo que el abominable, mirándome a los ojos y después de comerse un par de gominolas me suelta un "trae pa acá la cámara y tira anda que te va a dar un ictus si sigues aquí parao" Y allá voy, sin perder altura, conteniendo la felicidad, respirando hondo y apretándome los ojos porque veo lucecitas y me hace gracia, a comerme una de las palas más ricas que probé en la cara sur:





















La última la pongo en blanco y negro porque las avestruces pesan demasiado para volar y eso en un ave es un defecto gordísimo.

De media pala hacia abajo, vemos nieve esquiable por debajo de 2000 metros, que para ser cara sur, y haber nevado más bien poco, nos viene que ni pintao










 No todo iban a ser fotos mías que mi habitación es pequeña y bastante tengo con meterme yo y a un señor que canta Country que le tengo de hilo musical como para meter a mi ego.

Aquí el abominable, en otra subida, con Gredos de fondo.





Los nenes en primer plano. Nótense los motivos bélicos fruto de la influencia de haber tenido a Sor Paula en mi infancia salesiana y de que estaban en oferta cuando los compré. Los pobres están destrozados y saben que tienen a los sustitutos listos en el trastero, así que se portan estupendamente para que aguante con ellos un poco más.






Esa pala merecía otro achuchón, asi que vuelta a seguir firmando sobre la nieve. En la cuerda el compi, pensándoselo.





Se echaba la tarde encima, así que echamos una foto a algunas de las firmas y cambiamos de vertiente para irnos hacia el coche, que algunos tenían que currar.






Y aquí, a lo que os voy. Estas fotos están hechas ahí, a apenas unos kilómetros de donde compras el pan, a apenas unos kilómetros de donde tienes la tele en la que te muestran imágenes maravillosas de lugares lejanos a los que te prometes ir algún día. Son muchos, demasiados lo que no conocen lo que tienen ahí mismo, al alcance de todos. 

Es sumamente triste que en esta zona, ningún mandatario haya tenido la iniciativa valiente de explotar al máximo las posibilidades de nuestro entorno, promoviendo el montañismo y todas sus variantes en las escuelas y diferentes comunidades, creando una cultura de montaña digna de estos parajes, y promoviendo el respeto por el entorno y el orgullo de todas las personas que viven en las faldas de esta inmensa mole granítica del sistema Central. 

Solo agradecer a los grupos de montaña de la zona y a las personas que a título personal, se esfuerzan por llenar de vida y aprovechar, el tremendo potencial de nuestra casa, de nuestra Sierra, de nuestra patria.

Aquí, mi colega, que mientras escribo está descansado de haber disfrutado de una jornada de este estilo hoy mismo, aprovechando la nieve caída los días entre que he hecho las fotos y escribo estas líneas, y yo, con la energía de la que nos llena la naturaleza y el esfuerzo de vivir en la rutina, concluimos que no somos ricos.

Somos millonarios, y lo seremos mientras existan las millones de posibilidades que nos brinda la montaña.

1 comentario:

  1. Olé! Ahí queda eso! Man cantao, lo he vivido oído mientras leía.

    Miau.

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