lunes, 14 de enero de 2013

El tacto del suelo.

Hay días mejores y días peores.

Tomad frase inútil, de aperitivo. Pero es cierto que hay días en los que la energía se ha caído de la cama, días en los que sonríes poco y la pereza te apodera.

Dentro de este invierno del carajo, de escasa nieve, desde antes de ayer la tendencia ha cambiado y el frío y algo de nieve se ha apoderado de Bejarlandia. Aquí es cuando nuestro corazón dividido en varios trozos se vuelve algo loco.

Por una parte, este mal tiempo para muchos, para mí y el colega de las chapas, es buen tiempo, el suelo ha endurecido, podemos correr pisando nieve, el cuerpo funciona bien con bajas temperaturas y el paisaje es la rehostia, que narices.

Por otra, las nubes y la posibilidad de chubascos nos dejan un poco apartados de la cuerda, cosa que a nuestros días de exámenes le viene bastante bien, ir a escalar un rato requiere un tiempo del que ahora no disponemos. Aunque las sesiones de rocódromo y risas con la familia se suceden siguiendo el patrón de martes, jueves y domingos y empiezan a despegarse los turrones de los antebrazos. Un emigrante como yo, que ahora las obligaciones le permiten estar en la tierra, solo puede sonreir por la libertad aquí brindada.

A lo que iba, hoy me he levantado aplomado, cada uno tiene sus cosas y esta noche aparecieron las mías, asi que, siguiendo mi sentido de respirar profundo y quitarme las telarañas del espíritu, he mirado por la ventana y he tardado menos de cinco minutos en trajearme, atarme las zapas y enfilar el camino a Valdesangil, rumbo a La Cabezuela, a pegarme un buen trote mañanero. 

Temperaturas negativas, subida de la presión, el humo de las chimeneas del pueblo manteniéndose en el suelo, y ya en los picos, algo de nieve en el suelo. Convertir la rabia en fuerza era algo impensable hace un tiempo, pero cuando lo logras, el chute que le entra el cuerpo derrumba todos los males.  

Creo que no me hacía falta más, pero el día me lo ha querido brindar, una imágen tremenda desde arriba, la sierra invernal, y aunque no hay nieve prácticamente, no nos engañemos, me produce inmensa tranquilidad nuestra mole de granito cubierta de blanco y ese silencio que me han brindado las ocho y media de la mañana.

Tengo que decir, que ayer quedé con Iván para desayunar a esa hora, y que nada más mirar por la ventana, se me olvidó por completo. Compréndeme compi, pero yo te hubiera regañado si hubieses renunciado a ese impulso del alma por haberte tomado un café conmigo. Luego he leído que te quedaste dormido, que tampoco estuviste a la hora de la cita. Dignos impresentables pues de este lunes tan magnífico. Saldremos por la tarde noche, si alguien se apunta,a trotar por la comarca y resolver los problemas del mundo sintiendo el tacto del suelo.




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