lunes, 15 de abril de 2013

Dolor con sonrisas.


Vuelvo. Me monto en el trajín que habíamos perdido. Sin rencores. Contento por el relax. Está bien vivir sintiendo el momento, con su color correspondiente.

El color de estos días lo da un rayo de sol, de un jueves, y de un plumazo el cerebro entra en el estado catatónico de la rigurosidad.

Disciplina, horario y entreno. Como cada recomienzo hay sangre, ampollas y algún que otro nopuedomás borrado con una nueva zancada. Las pulsaciones extrañadas por el ritmo son acompasadas entre nariz y boca. El estado aletargado provoca carga lumbar. Y mientras reaprendes a pisar tus meñiques lloran rojo. 

La filosofía de un comienzo duro para ir aflojando solo se puede soportar con una mente concienzuda y decida a hacer lo que va a hacer. Solo hay una idea, la disciplina es el puente entre esfuerzo y meta. Calambres, dolor y sonrisas en el resto de quehaceres diarios. 

Nos lo debemos.




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